Independencia y biodiversidad.
No soy patriota. Quienes me conocen saben que no pude hacerme apátrida por imperativo legal. Soy, por mejor decir, un declarado “patrioclasta”(otra palabra que no está en la R.A.E.). Los por qués, entre los que están mi paso obligado por el ejército, dan para más de una larga tertulia asando calvotes y sorbiendo licor de gloria frente a la chimenea crepitadora de las noches del recreo lluvioso invernal.
Patria y patriotismo
son conceptos contrapuestos a Emancipación y Sostenibilidad. Por
consiguiente son dos ideas a desechar lo antes posible si es que
nuestro objetivo es la salvaguarda de un modelo universal de
supervivencia social, económica y ambiental.
El recién fallecido
Federico Luppi en la película de Adolfo Aristarain“Martín Hache”
alegaba algo parecido.
Este último link es
un poco más largo y más comprometedor.
La propia palabra
“patria” proviene de “terra patria”, esto es, la tierra del
padre. Es un concepto patriarcal y por consiguiente asimétrico y
machista. Nos ha despistado siempre por su género femenino, y su
coletilla de “madre patria”. Pero es un engaño.
Palabras de uso
común como patrimonio o matrimonio tienen significados que no
debemos dejar que pasen desapercibidos, y que con su uso validamos
una desigualdad. Patrimonio, del latín “patri” y “monium”
significa textualmente: “recibido del padre”. Y sin embargo
hablamos alegremente, o más bien inconscientemente, del patrimonio
natural o el patrimonio cultural,con lo que en sendos casos aceptamos
una herencia en la que lo femenino no cuenta. Por otro lado
“matrimonio”, en su origen hacía referencia a la maternidad
legal de la mujer, al derecho de ser la madre legítima de los hijos
de un hombre.
Con la aplicación
de los modelos productivos machistas, como son la agroindustria o el
esquilmado de recursos naturales, o los sistemas de relaciones
también machistas basados en la arrogancia y el poder, la herencia
que nos deja el “padre”patriota de su querida “patria” es una
“terra” más y más agotada, devaluada e inhabitable. Vaya
desastre de herencia.
Indiscutiblemente
prefiero la herencia de la madre, que en general, no es material. Me
declaro, pues, “matriota”.
La Patria, por muy
emocional que sea el concepto, acaba siendo pura geografía
administrativa, o mejor geografía administrada, o sea impuesta por
alguien. Los límites administrativos discriminan una patria de otra.
Cualquier defensor
de la diversidad ecológica sólo entiende el territorio como la
sinergia entre las peculiaridades. Digo “peculiaridades” y no
“particularidades” toda vez que esta última palabra deriva de“partícula”, y su uso reedita una idea mecanicista obsoleta según
la que lo que observamos es la suma de “piezas de un mecano” e
ignora los sistemas de relaciones frente al culto de la parte frente
al todo. La traducción de esta idea a la ecología social o política
deriva en el ensimismamiento de cada parte, al margen del tamaño de la parte, o que unas engloben a otras.
El caso “Cataluña”
ha resultado un estímulo de gran interés, una oportunidad
extraordinaria, para tantear cuál es nuestro currículum oculto y
cómo de coherentes son nuestras bases ideológicas.
Es necesario
actualizarse. Para poder construir novedades que aseguren equilibrio
es imprescindible aprovechar los saberes actuales frente a los
modelos rancios generadores de asimetrías. Entender que ya no hay
partes, sino sistemas es básico para encontrar estabilidad. Tenemos
que practicar esa “ecología de las peculiaridades” en la que no
existen las partes y por tanto no hay posibilidad de imposición ni
de aislamiento.
Es hora también de
plantearse simultáneamente la oportunidad de aplicar a la legalidad
una ecología legislativa (no me refiero a un poder legislativo ecológico ni ecologista, sino a un poder basada en los sistemas de relaciones diversos, complejos y
vitales), una ecología legislativa, digo, que responda a la diversidad de
geografías, anhelos, actividades y matices de los territorios,
proponiendo los límites de uso necesarios para asegurar la
habitabilidad sostenible. La “comarcalización” es un buena
herramienta para identificar y visibilizar cada matiz que abunde en
la resiliencia del nuevo modelo que necesariamente debe ser disperso,
descentralizado y emancipador. La comarca es real sí existe, la
patria no, es una idea. Esa ecología legislativa hay que aplicarla
sobre las comarcas, no sobre las patrias.
Necesitamos también
una ecología judicial (un poder judicial sistémico, complejo y relacional, al igual que el poder legislativo) defensora del dinamismo social, que ampare,
sin frenar, la exploración de soluciones en estos tiempos de
búsqueda. Las sociedades crecen por los márgenes. El desafío a la
legalidad y a la autoridad siempre ha sido el borde de desarrollo
social, el generador de cambio de visiones. Y los estados evolucionan
incorporando desafíos que originalmente eran subvertidores
(sufragismo, antiesclavismo,...).
Y, sobre todo, una ecología del poder ejecutivo, que muestre a la clase política, también si tiene responsabilidades de gobierno,el sociocidio que practica al huir de esa visión horizontal, diversa, adaptativa a cada comarca, ecosistémica, compleja y relacional.
Y, sobre todo, una ecología del poder ejecutivo, que muestre a la clase política, también si tiene responsabilidades de gobierno,el sociocidio que practica al huir de esa visión horizontal, diversa, adaptativa a cada comarca, ecosistémica, compleja y relacional.
Cataluña siempre ha
ido por delante, no desaprovechemos el reto que nos propone como
acicate para componer los sistemas que nos hagan viables. No demos
pasos para atrás. No nos dejemos nublar la vista con patrias ni
privilegios ni diferencias, son tiempos de construir novedades, no de
repetir inmovilismo. No hay frescura en la unidad ni en la grandeza,
y sí en la libertad, pero no la de la patria, sino de las
sociedades.
ResponderEliminarEn mi opinión, no se extrae ninguna conclusión positiva del nacionalismo independentista catalán y su biohomogeneidad. Lo trataré de contextualizar en su conjunto:
1. Se conceptualiza un "Volk", el pople, usando la horma ideológica supremacista y etnicista noreuropea, igual que hizo Sabino Arana en el País Vasco. En el caso catalán esto fue obra de la ERC de los años 1930 y de Pujol, ese enano con complejos que estudiaba en el colegio alemán. El Volk catalán es más rubio, más franco, más europeo, más trabajador, más moenno, más de todo, un dechado de cualidades inamovibles desde el principio de los tiempos.
2. Este Volk tiene un "Volksgeist", la voluntat del pople. Todo el pople tiene la misma voluntad, el sujeto de decisión no es la persona, es el pople. Por supuesto no les entra en la cabeza que cada persona tenga diferentes opiniones a pesar de venir de diferentes lugares y "poples". El pople es opuesto a todos los otros "poples", se establece una línea de demarcación racial-cultural tajante entre "los catalanes" y los demás, y por supuesto todos los catalanes piensan lo mismo, el espíritu del pueblo: el Volksgeist.
3. El Volk tiene derecho a un "Volkstaat", el Estado catalán, porque por mandato divino este pueblo tan felizmente delimitado no puede expresarse políticamente que no sea de otra forma que con el totalitarismo estatalista, un Estado que aglutine y comande a todo el pople.
4. Se conceptualiza un "Lebensraum", Els Països Catalans. Porque claro, para que el Volkstaat sobreviva, necesita apoderarse de ciertos territorios. Es irredentista, anexionista, expansionista y agresivo con los otros Estados y países de su entorno.
5. Se elabora un gran enemigo que es el origen de todos los males. Es el mismo concepto de los "Juden", pero en este caso son "los españoles". Ya que el Volk es superior a sus vecinos, y su voluntad es eterna e inmutable, no puede ser que tenga fallos, y menos aún los líderes del Volkstaat. España nos roba, españoles feixistas, mesetarios, analfabetos, etc. Se deforma y se siguen las reglas de la propaganda de forma extrema.