Ecología política o ¿Hay mundo más allá del ombligo?.
Ábranse
las ventanas. Dejemos libertad a nuestros órganos de los sentidos,
para sentir
lo que pasa ahí afuera. Y para darle sentido,
que también es su finalidad, a nuestra necesidad de cambio y nuestra
construcción del conocimiento.
Desde
2014 a 2019, Narenda Modi ( líder del partido Bharatiya Janata
Party) gobernó la India gracias a una coalición, la Alianza
Democrática Nacional, compuesta por trece partidos, trece.
En
primavera de este 2019 el mayor electorado del mundo, con más de 900
millones de votantes, eligió a los 543 diputados de la cámara baja
de Delhi, cifra que sorprende si la comparamos con nuestros escasos
37 millones de convocados y 350 diputados.
Los
2.293 partidos indios que habían sido autorizados a concurrir,
obtuvieron unos resultados que confirmarían en el poder a Modi, esta
vez con una coalición ampliada de 17 formaciones políticas.
No
hay tantos partidos en la cámara baja española para poder ensayar
una coalición semejante (contamos con 15). Imagínense el futuro
político de Narenda Modi si mandara a hacer puñetas a las otras
fuerzas políticas, sin dudad merecedoras de su desconfianza.
Partidos
de casta, partidos regionales, partidos confesionales, partidos
nacionalistas, partidos laicos, partidos ideológicos,...en un
infinito muestrario de opciones y matices, consecuencia de su
universo humano, que componen un gobierno de coalición que, en la
actualidad, gobierna 1372 millones de personas.
Pero
quizás es que la India sea demasiado grande.
Líbano
es un país con una extensión similar a la mitad de la provincia de
Cáceres, pero con 6 millones de habitantes.
También
a comienzos de 2019, el primer ministro Saad Hariri anunció la
constitución del gobierno Libanés.
Un
gobierno de coalición en el que se repartieron 30 ministerios (no 3
ni 4, ni una vicepresidencia, frustradas) entre ocho partidos
políticos (8) ¿Qué confianza se tendrán después de ser
contendientes de una reciente guerra civil de 15 años! (1975-1990).
Pues
ahí tenemos, un gobierno. Compuesto por el partido musulmán chií
Hezbolá, la Corriente Patriótica Libre (fuerza
cristiano-musulmana), el Movimiento Amal (partido musulman chií),
Fuerzas Libanesas (formación cristiana principalmente maronita),
Marada (cristiano), Partido Socialista Progresista (musulmán druso),
Partido Democrático Libanés (musulmán druso) y la Corriente del
Futuro (partido musulmán suní).
La
diversidad afecta también a la cúpula del poder. El Presidente
Michel Aoun es
cristiano
maronita,
el Primer Ministro
Hariri es un musulmán suní
y Nabih Berri, el
portavoz del parlamento, es musulmán chií.
Pero quizás
Líbano sea demasiado pequeño.
¿Se
imaginan a un intentador de gobiernos frívolo haciendo de primer
ministro en Líbano, aplicando la estulta ley del embudo, del “yo
que sí valgo” del narcisismo?
Menos
mal que nos separan 4000 km del avispero libanés, con la afición
que hay por este lado del Mediterráneo de darles patadas a los
avisperos, y a renglón seguido poner cara de incomprensión.
Hay
ejemplos claros, como se ve, de estilos distintos de resolver las
necesidades del prójimo.
En
equipo, o en solitario.
Los
malpensados dirían que tal vez eso de “resolver las necesidades”
no está en la hoja de ruta de algunos.
Otros,
quizás igual de malpensados, diríamos que, estos prohombres,
reflejan maneras de entender el mundo impropias de estos tiempos, de
emergencia socio-ambiental, en las que para salvar un futuro
tendremos que juntarnos, aportando cada una su excelencia. Estos
nuevos Luís XV (”Después de mí, el diluvio”) nos harán perder
un tiempo precioso, y se irán dejándonos su herencia, la segunda
versión de la destrucción bíblica.
Los
casos indio y libanés muestran que, incluso en sociedades
tremendamente difíciles, compartir hace viable el presente.
Sé
que no es cultura lo que le falta a ciertas dirigencias políticas.
Les
falta “otra” cultura.
La
cultura emanada de presupuestos científicos que ya no van siendo tan
nuevos: la teoría de la complejidad, o la de sistemas o la teoría
del caos.
Les
falta aplicar las visiones actuales de la ciencia al hecho político.
Suspenderían
sin remedio en ecología política y, sin embargo, quieren liderar el
barco que atraviese los océanos, con cartas de navegación obsoletas
.
Deben
repasar los conceptos-base de la ecología y la hipóteis Gaia, para
ser útiles a todas las personas.
Deben
traducir la realidad denominada “ecosistema” (el modelo complejo
de relaciones que hace equilibrada la supervivencia de millones de
seres
vivos),
a su actividad política, de modo que apliquen un “modelo complejo
de relaciones que haga equilibrada la supervivencia de millones de
seres
humanos”.
Han
de entender que igual que hay ecosistemas naturales, de relaciones
complejas, existe un ecosistema político, de igualmente complejas
relaciones. Deben comprender que el águila imperial no deja de
“ajuntar” al alcornoque porque el invierno haya desgarrado la
rama que podría soportar su nido. Han de aceptar que por muy buena
que sea la leche, no se hará queso sin la intervención de las
levaduras adecuadas, la temperatura precisa y la humedad idónea.
Solo,
en este mundo, no se es nada.
Deben
entender que igual que hay que conservar la biodiversidad, hay que
defender la diversidad, también la parlamentaria.
Que
el “todo para mí” y el “yo solo” aparte de reflejar
reacciones infantiles, terminan cuando la persona acaba.
Me
temo que tenemos un aspirante a dirigente que sería un excelente
agricultor de monocultivo.
Tan
peligroso como vehemente, haciéndonos creer a todas que ha sido
obligado a usar venenos para producir. Y nadie le ha obligado a nada.
Simplemente él lo ha seleccionado, y ya nos culpa a nosotras por
ello.
El
candidato ha elegido “monocultivo”, “venenos” y soledad.
La
soledad arrogante del que se cree dios.
No
son tiempos de fantasmas vanidosos, son tiempos del triunfo del
conjunto.
No
nos vale un “Juan Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como”, entre
otras cosa por que lo que se guisa y se come no es suyo.
En
la analogía entre agricultura y política, debe saber que la
agricultura industrial del monocultivo ya ha muerto, sustituida por
la agricultura de lo diverso y lo intrincado, de los sistema
complejos de interacciones.
El
agricultor es alguien observador que conjuga las fuerzas de la
naturaleza.
El
presidentable y su guardia pretoriana, luchan contra las fuerzas de
la naturaleza para cambiarlas, como lo lleva haciendo la vetusta
aplicación del modelo agro-industrial de la revolución contra la
naturaleza.
Continúan
defendiendo un modelo político vertical, autocrático y de
pensamiento único, lo mismo que defendieron el modelo similar de
producción de alimentos...que nos llevó a la crisis ambiental
global.
¿Es
que se creen que la verdad no se contrasta? ¿No saben que por mucho
que llamen pepino a una berenjena, el pepino siempre tendrá el culo
amargo? ¿No se dan cuenta que la izquierda es, por definición,
diversa e integradora?
A
la izquierda se le recrimina, siempre que se puede, su incapacidad de
constituirse en una sola izquierda. El pasado domingo Maruenda en el
libelo “La Razón” (menudo atrevimiento, poner ese nombre) dice
que a los comunistas les gusta matarse unos a otros, que siempre está
divididos, siempre confrontando, escindiéndose,... que Errejón es
el mejor amigo del PP porque se ha cargado a Podemos, …
La
derecha en cambio no lo hace, con escasísimas e insólitas
excepciones.
Y
esto se ve con envidia por parte de la izquierda, harta de reclamar
la “unidad de la izquierda”.
Se
trata de un intento de despistar.
La
unión de la derecha no es tal, se reduce a la construcción de una
sola voz alrededor de la cual se mimetiza el resto de las voces.
Y
la deseada unión de la izquierda no puede ser eso. Cuidado.
La
unión de la izquierda no es disolverse, es sumar. La unión no es
apartar a quien no gana unas primarias, al contrario, la unión es no
dejarlo marchar.
En
el ecosistema natural, o sea el nuestro, nadie pierde su personalidad
dándosela a nadie, nadie deja de ser encina o buitre negro para ser
no se sabe qué cosa, y todos cumplen su misión.
La
unión de la izquierda es que cada cual cumpla su misión, desde su
sitio, su matiz, su naturaleza e idiosincrasia.
Cuanto
más complejo es un ecosistema más resiliente es, esto es, más
difícil es alterarlo.
Necesitamos
complejidad en nuestras sociedades. Y la diversidad debe entenderse
como riqueza, no como complicación.
Entendamos
que los bosques son bosques si mantienen sus docenas de especies
distintas de árboles, de matorrales y hierbas, con su cohorte de
seres animados.
Neguémonos
a que llamen bosque a una plantación de un solo tipo de pino.
La
plantación ejemplifica el pensamiento único.
El
bosque, el pensamiento ecosistémico.
No
será moderno un gobierno inspirado en el pensamiento único.
El
gobierno ecosistémico ajustará excesos y será equilibrador.
Funcionará como lo hace un paisaje diverso, limpio y vivo. Lo lleva
haciendo desde siempre, bien.
Aprendamos.
Se puede hacer un gobierno con 17 partidos, o con 8, como se ha
visto.
Y
para ello necesitaremos presidentes como directores de orquesta, que
interpreten genialidades con todos los instrumentos posibles.
Nos
sobran próceres que se obcecan en convencernos que, lo que estamos
escuchando, es el auténtico Segundo Movimiento de la Sinfonía nº 7
de Beethoven, interpretado por una orquesta sinfónica en la que solo
ha quedado el director y la percusión.
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