El
otro día, en un “ring”, un luchador profesional indecente estaba
dando una somanta de guantadas a una joven que pronunciaba un
discurso limpio y esperanzador.
Ábranse las ventanas. Dejemos libertad a nuestros órganos de los sentidos, para sentir lo que pasa ahí afuera. Y para darle sentido , que también es su finalidad, a nuestra necesidad de cambio y nuestra construcción del conocimiento. Desde 2014 a 2019, Narenda Modi ( líder del partido Bharatiya Janata Party) gobernó la India gracias a una coalición, la Alianza Democrática Nacional, compuesta por trece partidos, trece. En primavera de este 2019 el mayor electorado del mundo, con más de 900 millones de votantes, eligió a los 543 diputados de la cámara baja de Delhi, cifra que sorprende si la comparamos con nuestros escasos 37 millones de convocados y 350 diputados. Los 2.293 partidos indios que habían sido autorizados a concurrir, obtuvieron unos resultados que confirmarían en el poder a Modi, esta vez con una coalición ampliada de 17 formaciones políticas. No hay tantos partidos en la cámara baja española para poder ensayar una coalición semejante (co
Me sorprende enormemente la miopía de nuestras sociedades a la hora de discriminar lo importante de lo superficial. Me inquieta la facilidad que demuestran nuestras comunidades humanas en la pérdida de atención sobre los temas fundamentales de su supervivencia, en favor de asuntos menores, impropios de estos tiempos de urgencia. Lamento la eficacia de la propaganda, que nos hace retirar la mirada cabal hacia el estímulo interesado de los vendedores de humo. Nos ofrecen “baratijas”(como son el circo de pulgas que nos presentan los noticieros hegemónicos) a cambio de las “joyas” que suponen nuestras capacidades transformadoras y nuestra intuición acerca de la necesidad del cambio de rumbo, como especie. Joyas por baratijas. La técnica de engaño usada en los siglos XV y XVI para someter a aquellas habitantes de América se nos aplica a todas, perfeccionada. Por cierto, espero que no esperen más en practicar la rebeldía de cambiarle el nombre a ese continente, no
Está más que demostrado que los métodos imperantes de producción de alimentos desde hace más de 60 años están basados en el uso de sustancias tóxicas en la agricultura. Ese modo de hacer comida es deficiente, hasta letal, para la salud de las personas, de sus sociedades y del planeta. Lo sabemos ya hasta los pringaos más marginales del barrio. Y sin embargo se sigue metiendo veneno alegremente en nuestras dietas con la connivencia insultante de nuestro sacrosanto Estado. Y mientras saca pecho, se constituye en protector y defensor, en especial, del auge del método generador de muerte y de la misma economía que nos envenena. La manera de distribuir los alimentos en la actualidad está apoyada en el transporte frenético global. Este método exige un consumo salvaje de combustibles que ocasiona a la vez un deterioro atmosférico insostenible. Es igualmente pernicioso, el método, para aquellos mismos intereses sanitarios, sociales y planetarios. Condiciona también a viab
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